Una mujer y un caballo con tres coronas | EL ESPECTADOR

2022-07-30 10:28:39 By : Mr. Jay Chou

1973. Secretariat, el caballo que parecía una máquina de fuerza y persistencia, ganó la última carrera del Derby americano, el evento hípico más reconocido del mundo, con 31 cuerpos de ventaja. Un margen de victoria que hasta ese entonces no se había visto jamás. El supercaballo, rodeado ya de un halo sobrenatural, fue digno de las portadas de las revistas Time y Newsweek, asimismo, el canal de deportes ESPN lo puso en la lista de los cien mejores atletas del siglo XX (era el único no-humano en la lista). No en vano fue el primero después de 25 años en haber ganado la Triple Corona.

No sólo Big Red (Secretariat), como le decían los que lo vieron nacer, se montará al pedestal de héroe, lo hará también su dueña, Penny Chenery, quien de ama de casa se abrió un lugar en el mundo competido de las carreras de caballos dominadas por hombres. La enfermedad crónica de su padre y su posterior muerte hacen que esta mujer acepte tomar su lugar y hacerse cargo de los Establos Meadow, en Virginia, a pesar de su falta de experiencia en el campo. Contra todos los pronósticos, Chenery, con la ayuda del veterano entrenador Lucien Laurin (John Malkovich), logra sacar adelante la finca y embarca a Secretariat, su potro insigne, en una carrera espectacular hacia su consagración final como el mejor caballo de carreras de todos los tiempos.

Esta es a la vez la vida en pantalla de esta fascinante mujer, interpretada por Diane Lane. “La historia trata sobre el corazón, el de Secretariat y el de su dueña. Ambos fueron más grandes de lo que todos imaginaban”, afirma el director de la película, Randall Wallace.

Lane, quien obtuvo una nominación al Oscar a Mejor Actriz por su papel en la aclamada película de Adrian Lyne Infidelidad, encarnará con gracia, elegancia y dramatismo este papel que le queda a la medida. Su vida entera ha estado dedicada a la actuación y esta es su más reciente interpretación, que desde este viernes se puede observar en las salas de cine del país.

¿Por qué le llamó la atención la historia de Secretariat?

La historia es increíble, porque es real. Es maravilloso encarnar a una mujer tan noble. Ella fue una inspiración, no sólo para las mujeres, sino para todos. Demostró la importancia de tener fe en uno mismo y de asumir las oportunidades y los riesgos; demostró lo que significa jugarse por lo que uno cree y por sus objetivos hasta vencer. Es una historia muy inspiradora, y conocer a la mujer de carne y hueso a quien estás interpretando, como me pasó a mí, fue asombroso. Además, la historia de Secretariat es increíble; este caballo era un campeón, un atleta, una figura legendaria del deporte y una criatura sorprendente.

¿Cómo fue conocer a Penny Chenery en persona?

Ella es magnífica. Vino al set y nos bendijo con su presencia, se sentó a mi lado en una de las carreras y eso me gustó mucho. Es una mujer encantadora e impactante, porque es una leyenda viva. Históricamente fue una figura muy importante, así que interpretar su papel fue muy alentador. Soy una fanática suya y tengo que estar a su altura.

¿Qué descubrió en este personaje?

Creo que el camino de Penny se basa en la victoria, en tener mucha energía positiva y en apegarse a sus sueños, aunque nadie más haya creído en ella. A veces eso requiere mucho coraje y fortaleza. Mi padre solía decir que se necesitan dos generaciones para hacer una estrella y creo que es cierto en cualquier campo, ya sea un periodista o un actor, un escritor o una mujer en el mundo de las carreras de caballos, como Penny. Hay información que no encuentras en la vida por casualidad. Debes tener la sabiduría de tus padres y, además, la de tu propia experiencia; es una combinación de talentos y aptitudes que aprendes de otros.

¿En qué fue pionera Penny y qué obstáculos tuvo que superar?

Penny debió luchar por ser respetada como la voz de mando en su propio establo y con su propio caballo. Muchas decisiones recaían sobre ella, sumado al hecho de que era madre y ama de casa. Entonces, sentía una sensación de traición porque estaba haciendo algo que podía ser dañino para su familia. Cuando Secretariat logró lo que logró, se le ve mucho más relajada y cómoda. Me identifico totalmente con cómo se sentía, estar en el foco de atención de la prensa sintiendo que no quería estar a la defensiva. Sin embargo, debía defenderse porque todos decían: “¿Qué haces aquí? Eres una mujer, eres ama de casa”. Y respondía de modo tal que nadie podía utilizar su respuesta en su contra. En ese sentido era muy hábil e inteligente.

¿Se identifica con Penny? ¿Qué implicaciones como mujer supone tener una fuerte posición laboral?

Me identifico totalmente con ella. Para mí, ir a trabajar es la parte más dura de mi vida y de mi carrera. Adoro mi trabajo, pero no tiene precio lo que te pierdes cuando estás lejos de tus hijos. Todo aquel que viaja por trabajo sabe y entiende las concesiones que uno debe hacer, en especial una madre. Sé que no espero mucha compasión cuando le digo a un hombre cuán dolida estoy de trabajar lejos de mi casa en las películas, porque estar lejos de los hijos es difícil. Por lo general dicen: “No lo hagas o no te sientas culpable, decídete”. Creo que si dicen eso es porque no tienen la misma experiencia que yo al ser padres, porque sino tendrían más compasión por mi esfuerzo. Además, me siento muy identificada con esta mujer porque, al igual que Penny, soy hija de mi padre. Yo seguí sus pasos. Para mí la herencia de familia no se basa en el género, y es cierto que para Penny tampoco. La capacidad de liderazgo que ella tiene, a comienzos de los setenta, a veces se considera más masculina que femenina.

¿Su padre allanó el camino para usted?

Absolutamente, pero no sabía que lo estaba haciendo. Creo que las familias pasan la información de unos a otros. En el caso de Penny, requirió el estudio de la cría de caballos, que era el negocio familiar. Es interesante analizar las cualidades genéticas que se heredan, de hecho, algunas cualidades saltan una generación o dos. También se aplica a los animales. Hemos visto a muchos hijos y nietos de Secretariat que no se le parecen en absoluto o que no poseen las mismas cualidades, aunque a algunos les fue muy bien. Pero aún esperamos que ese gen extraordinario aparezca nuevamente.

¿Cómo es trabajar con el director Randall Wallace?

Es maravilloso, te levanta el ánimo y creo que Randall tiene un don para contar historias arquetípicas como esta. Creo que busca gente que entienda esa largesse d’esprit, gente y actores que entiendan la naturaleza humana, la vulnerabilidad, lo que representa la otra cara de la grandiosidad. Hay una combinación de aspectos sutiles en la historia que dependen el uno del otro.

¿Cuál es el factor universal de esta historia?

Es una historia estadounidense, pero le podría ocurrir a cualquiera; no creo que la historia tenga que ver con un país en particular. Creo que se relaciona con una tarea humana, el espíritu humano y el cruce del espíritu de los animales y el de la gente. Trata de cómo nos complementamos entre nosotros y el deseo de ganar. Destaca el espíritu de este caballo y la simple alegría de correr en su estado más puro. El modo en que los caballos viven es una metáfora de las prioridades de la vida. No siempre se trata de ganar o perder, también de la calidad de la experiencia, el camino mismo y de poner el corazón en lo que hagas. La película toca un tema importante: no siempre importa el objetivo, también la experiencia y lo aprendido en el camino.

¿Le interesan los caballos en lo personal?

Crecí adorando los caballos. De niña adoraba a Pegaso, era el animal de mis sueños y estoy segura de que le ocurría lo misma a cualquier niño, pero era un poco más intenso conmigo. Disfruté montando y lo hacía siempre que tenía la oportunidad. Quería que esa fuera mi carrera. Cuando comencé a actuar, estaba ansiosa por participar en un western y les rogaba a los vaqueros que me dejaran montar en la hora del almuerzo. Recuerdo que una vez dejé esperando a Burt Lancaster porque me perdí. Tenía 14 años y estaba actuando en mi segunda película, La leyenda de Bill Doolin. Definitivamente, tengo una naturaleza ecuestre. Es maravilloso estar haciendo esta película sobre un campeón como Secretariat. No hay nada como la belleza, la fuerza y la gracia de un caballo así.

¿Siempre le apasionó actuar? ¿Era natural para usted?

Adoraba actuar, comencé de niña y es interesante porque no me comparaba con otros que hacían lo mismo. Sentía que debía concentrarme y mantenerme lejos de los problemas. Me preocupaba mucho el resultado final y si mantienes esa trayectoria lo suficientemente en el tiempo, al final mejoras y te perdonan los errores que cometiste durante este proceso de aprendizaje. Nadie alcanza un nivel de perfección total, uno aprende continuamente y en retrospectiva, siempre hay momentos en los que hubieras tomado mejores decisiones, en especial si eres artista. Es imposible lograr una satisfacción total, es algo que muta siempre, es como apostar. Te vuelves adicto a la posibilidad de que la película sea exitosa y perdure por siempre, y, a veces, ocurre. En algunas de las películas en las que trabajé, definitivamente, sentí que ganábamos una apuesta.

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